El
error es usualmente considerado como algo malo, algo que denota la ineptitud de
parte de los alumnos, haciendo que, el hecho de equivocarse sea visto por éstos
como un tabú. El error es fundamental
para que los niños puedan aprender, ya que se les puede “enseñar” que existen
algunas acciones o situaciones impredecibles, de las cuales
nadie está exento de que ocurran. Por ello, hoy se hace perentorio cambiar este
paradigma, hacia la necesidad de considerar el error como la puerta del
aprendizaje.
Jean Pierre
Astolfi, (2000) afirma que “solo dejan de equivocarse los que no hacen nada”.
La vida diaria de los seres humanos está llena de errores. Toda persona comete
errores, es decir, se equivoca al no hacer lo correcto en las diferentes
actividades que realiza. Suele pasar la mayoría de las veces sin darse cuenta
de que es un error, por lo que se sigue haciendo hasta que llegan las
consecuencias. Sin embargo cada error tiene un aprendizaje.
Es oportuno
considerar, el hecho que el alumno se equivoque y que tenga consciencia de
ello, porque esto sirve como punto de partida para enfocar el rumbo del proceso
escolar. Es más importante enseñar a conciencia, para saber qué aprenden los
estudiantes. Además, es tiempo de acabar con el síndrome del marcador rojo, sabiendo que se puede aprender
del error, de la misma manera en que la práctica hace al maestro. Pues nadie es
perfecto. Así que es tiempo de dejar de lado la idea de que los errores en el
proceso de enseñanza y aprendizaje son uno de los mayores problemas que afronta
la educación, ya que se puede hacer
del error una nueva manera de acceder al conocimiento.
Neus Sanmartí,
(2000) en "El error en el proceso de enseñanza", sugiere estimular la expresión
del error mediante un clima de aula donde no exista ese
sumergimiento al fallo, que toda cultura castiga por haberlo cometido. A
cambio, exhorta a brindar la oportunidad a quien aprende, para que pueda
participar con libertad, donde sienta que sus ideas son escuchadas, donde pueda
desarrollar capacidades, que propendan por la superación de estos obstáculos.
Así queda un gran desafío para la escuela en cuanto
a metodología y didáctica se refiere, para utilizar el error
que cometen los estudiantes como materia prima del desarrollo del aprendizaje.
AUTOR: Mario de Jesús
González