lunes, 13 de febrero de 2017

BLANDITOS

Nos hemos encontrado en la prensa del este fin de semana este artículo firmado por Irene Villa  @_IreneVilla que nos ha gustado porque va en la línea del último taller de padres que dimos en el Departamento de Orientación Educativa. 





La periodista Irene Villa. Foto: JAVIER SALAS

Se habla ya de una generación de blanditos: niños, adolescentes y jóvenes con poca tolerancia a la frustración por estar hiperprotegidos y que resultan poco resolutivos, pero lo más triste es que la responsabilidad de la aparición de esta descendencia de dudosa fortaleza recae en los propios padres. ¿En qué nos estamos equivocando? Creo que hemos pasado de "la letra con sangre entra" a "no le digas eso al niño que le traumatizas". De un tiempo a esta parte, la mayoría de los progenitores justifican todo lo que sus hijos hacen, y así no les están haciendo ningún favor. Cuando son pequeños y tienen rabietas o se ponen agresivos es porque, ¡pobrecillos!, algo les habrá molestado o simplemente ¡son chiquillos!; más adelante, si no estudian es quizá porque el profesor no les motiva o se aburren en clase; después, si comienzan a beber o a fumar es porque sus amigos también lo hacen..., y al final no es tan descabellado escuchar comentarios como el de la madre del conductor del autobús escolar siniestrado en Fuenlabrada el mes pasado que dio positivo en un test de droga, quien dijo: "Tomó cocaína el viernes, como cualquiera". Una justificación más, como las que se tienden a decir cuando nuestros hijos hacen lo que socialmente no se espera de ellos: "Se dejó llevar" o "lo hizo sin pensar".
Más que consentir, aguantar, defender o hasta justificar la conducta de nuestros hijos, creo que hemos de crear en ellos un profundo sentimiento de responsabilidad, autonomía y compromiso, o conseguiremos que sigan manteniendo conductas inmaduras o negligentes de por vida. Decirles que son especiales, darles lo que se les antoje, solo crea personas caprichosas e impacientes, algo dañino para los padres, también para la sociedad, pero sobre todo muy perjudicial para ellos mismos, que no tienen las herramientas ni las habilidades sociales necesarias para afrontar la adversidad. Démosles motivos para que se quieran, sean pacientes y perseveren, así al menos dejarán de ser tan blanditos.
AUTOR: IRENE VILLA

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