viernes, 17 de noviembre de 2017

NO DEJE GANAR A SU HIJO, NO LE HARÁ MÁS FELIZ



amp.elmundo.es

A comienzos del siglo XX, la máxima aspiración de los padres era que sus hijos crecieran sanos: a mediados del mismo siglo, la historia se desvió hacia la formación; se querían vástagos listos y con estudios. En nuestra época, la cuestión se centra principalmente en que los chavales sean felices. Un 85% de los padres españoles se confiesa «preocupado por el futuro de la felicidad de sus hijos».
Quien ha disfrutado o padecido, todo según se mire, la paternidad descubre enseguida que por muchos manuales o consejos que se lean o escuchen, la práctica no se adapta muchas veces a la teoría. El concepto de felicidad ha evolucionado como lo ha hecho la sociedad. Y los padres viven un constante proceso de 'actualización' que muchas veces no da tiempo a digerir. Hemos hablado con miembros del Comité de Expertos de Imaginarium para tratar de saber cómo ayudar a los pequeños a alcanzar la felicidad y a enseñarles a que sean conscientes de ella. Una conclusión: "Durante la infancia se forjan los valores para ser felices de adultos".


TIEMPO DE CALIDAD


Ésta es la esencia y se traduce ni más ni menos que en disfrutar con los niños cuando estamos con ellos. "No vale de nada compartir espacio, si los mayores están con el portátil y los niños con la consola", explica Ana Saro, psicóloga clínica. Se da la paradoja de que pese a que casi la totalidad de los padres encuestados entiende que realizar actividades que estimulan el desarrollo social, intelectual o emocional de los pequeños es clave para su felicidad, el 33% admite no hacerlo. El principal motivo: la falta de tiempo. Más del 80% tiene claro que si tuviera un horario laboral más flexible podría dedicar más tiempo de calidad a sus hijos.

Si las circunstancias no facilitan el terreno demasiado, habrá que buscar momentos en el día que compensen esa falta de minutos. "Si llegamos a casa a la hora de cenar, intentemos hacer partícipes a los niños de lo que hacemos", asegura Saro, "si sabemos que les gusta que les leamos un cuento antes de dormir, tratemos de mantener ese hábito". Para el 53% de los encuestados, "sentirse valorados y queridos" es un factor esencial para el bienestar de sus pequeños.

GESTIONAR EMOCIONES



"Sabemos que estamos felices porque lo podemos oponer a otro estado que es el enfado o la frustración", explica Ana Saro. "Al niño conviene hacerle ver cuándo está bien, preguntarle para que identifique esas emociones... Y hay que hacerlo desde que empiezan a jugar, a descubrir el mundo...". El juego y una sociabilización correcta son aliados perfectos para ello. Un 17% de los padres dice estar seguro de que "sus hijos son felices y, además, valoran y agradecen lo que tienen". Sin embargo, casi un 50% admite "creer que son felices, pero es posible que no sepan expresarlo". Cuando se viva una buena experiencia hay que explicársela y hacerle ver que es un momento positivo, de gozo...


DISFRUTAR DEL ESFUERZO


"No deje ganar a su hijo cuando juega al parchís o le echa una carrera, no le hace ningún favor", asegura Inma Marín, experta en juego y educación, quien defiende la importancia de aprender a gestionar la frustración de los pequeños. Y tampoco le hará más feliz. "Las cosas no siempre van a salir como espera y eso, si no se sabe llevar, acaba siendo un problema". La felicidad también hay que ligarla al esfuerzo. "Y esto se trabaja mucho en el juego. También hay una parte de la felicidad donde se trabaja el no". Quizá haya observado que un bebé deja de apreciar un juguete cuando lo controla. "Es porque busca el reto y ahí ya no lo encuentra".


VOLVER AL PASADO


Muchos padres diseñan el presente y el futuro de sus hijos intentando ofrecerles la vida que a ellos les hubiera gustado tener. "Es un error", concluye Saro. "El mundo ha cambiado mucho y conviene preguntar a los niños". Esto se puede aplicar a la hora, por ejemplo, de elegir extraescolares. No le apunte a violín porque usted siempre se quedó con la espinita de no haberlo tocado; quizá su hijo prefiera la flauta travesera o simplemente no le llame la música.



ENTRENAR LA FELICIDAD


"Un niño tiene derecho a estar triste y hay que gestionarlo y trabajar sobre ello", comenta Inma Marín, experta en juego. Casi uno de cada 10 niños españoles no es feliz. "El 9,6% de los padres cree que sus vástagos no lo son, a pesar de las comodidades y facilidades a su alcance". Según se va creciendo, los retos son mayores y la infelicidad aumenta también progresivamente. "El 22% de los niños entre 9 y 12 años (preadolescencia) no son felices", según sus padres. El porcentaje cae al 16,5% entre los 5 y 8 años; al 10,65% entre 3 y 4 años y al 7,9% en los primeros dos años. "Según van creciendo, los desafíos son mayores y el acto de socializar con iguales es parte clave de la vida", añade Saro, psicóloga clínica.


LIDIAR CON LA INMEDIATEZ


Uno de los grandes retos con los que nos ha tocado lidiar es la inmediatez. Ya no nos conformamos con disfrutar del capítulo semanal de la serie de TV que nos gusta; ahora tenemos que ver toda la temporada cuanto antes. «El umbral de la paciencia ha cambiado radicalmente», añade Marín. "Enseñar a gestionar los tiempos y ese deseo constante de quererlo tener todo al instante es importante".


LA IMPORTANCIA DEL JUEGO


«Hacer que los hijos sean felices es gratis: es jugar y pasar tiempo», concluye Leo Farache, del proyecto Gestionando hijos. «El juego es una visión de la vida adulta». Hay tres pilares, según los encuestados, para garantizar la felicidad futura de sus hijos: un ambiente familiar y escolar sano donde el niño se sienta valorado (53%), compartir tiempo juntos (37%) y explorar el mundo a través del juego real (6,20%). ¿Cuándo fue la última vez que se puso a hacer castillos con su hijo en el parque? ¿La última ocasión en la que terminaron un puzzle juntos? «A los adultos muchas veces nos cuesta salir de nuestra zona de confort», reflexiona Marín. Y de vez en cuando conviene hacerlo. Jugar con los padres es la segunda causa de felicidad (37,5%); por delante, sólo hay un plan mejor: hacerlo con los amigos (39,24%).

AUTOR: AMAYA GARCÍA

viernes, 10 de noviembre de 2017

¿POR QUÉ LOS MENORES DE SEIS AÑOS NO DEBEN JUGAR CON PANTALLAS?



Hay tres razones que me hacen defender que los niños pequeños no deben entrar en contacto con los dispositivos tecnológicos.
lavanguardia.com

1. Usar el móvil para ahorrarle esfuerzos conlleva una asociación mental negativa
A nivel psicológico hay una razón muy importante por la que no deberíamos usar los dispositivos en situaciones cotidianas, como mientras le damos la comida, le vestimos o esperamos en el pediatra. La razón es que el cerebro aprende por asociación y si usamos el móvil para ahorrarle al niño el esfuerzo de esperar o de comer por sí mismo lo que conseguiremos es que su cerebro haga una asociación muy negativa. Y cuando se tenga que esforzar por prestar atención a la profesora, por leer un texto que le puede parecer aburrido o por estar sentado hasta que acabe la clase la respuesta más lógica y natural para él será distraerse. Porque sus padres le enseñaron que cada vez que se debía esforzar se podía distraer con otra cosa.

2. Los niños acostumbrados a los estímulos intensos de la pantalla la prefieren a jugar con amigos o hermanos
Otra razón es que tenemos un circuito en una región cerebral denominada núcleo caudado, que es la que decide qué estímulos nos gustan más y cuales no merecen nuestra atención, y ordena nuestras preferencias en función de aspectos como la intensidad de los estímulos y el grado de gratificación inmediata que recibimos. Y si tenemos un niño cuyo núcleo caudado se acostumbra desde muy pequeñito a estímulos visualmente intensos y cambiantes como los de las tabletas, en los que todo hace ruiditos, en los que en cuanto te aburres basta con desplazar el dedo para cambiar, lo que va a ocurrir es que cuando llegue a clase y vea a su profesor le va a parecer poco dinámico y luminoso, la pizarra demasiado oscura y un libro demasiado lento, y su cerebro decidirá que no es suficientemente importante como para prestarle atención. Además los niños acostumbrados a estímulos intensos prefieren jugar con el dispositivo que con los amigos o hermanos.

3. Un circuito poco eficaz para darnos la felicidad
Cuando un niño juega a un dispositivo o ve vídeos o fotos en el móvil activa un circuito poco eficaz para darnos la felicidad. Cada vez que vemos una foto nueva, que matamos un marcianito o hacemos un regate en el videojuego recibimos una recompensa en forma de descarga de dopamina. Pero esa recompensa dura muy poco y eso hace que tengamos que repetir la conducta una y otra vez, llegando a ser adictiva. Otro tipo de comportamientos como estar en contacto con los padres, manipular objetos con las manos, el juego libre o simbólico, o tener pequeñas responsabilidades como poner la mesa activan circuitos cerebrales distintos que ofrecen un sentimiento más duradero como es la satisfacción, que además favorece el autorrefuerzo (la capacidad del niño de sentirse bien sin que nadie o nada se lo diga).
Estas tres razones pueden explicar los estudios que demuestran que una mayor exposición a las pantallas está asociada a una mayor prevalencia de problemas de autocontrol (porque no saben ser pacientes ni esforzarse), de déficit de atención (porque no saben esperar y los estímulos normales les aburren más que a otros niños), mayores niveles de depresión infantil (porque dependen de estímulos que provocan pequeñas recompensas pero ninguna satisfacción) y mayor fracaso escolar (no pueden aprender aquello que no les interesa ni atienden).

AUTOR: ÁLVARO BILBAO, Neuropsicólogo y autor de El cerebro del niño explicado a los padres (Plataforma) @SaludCerebral


miércoles, 1 de noviembre de 2017

CONSEJOS DE NEUROEDUCACIÓN



  • La calidad del contexto influye para que el cerebro pueda contar con un estado óptimo necesario para el aprendizaje. Elementos conocidos y agradables otorgan sensación de seguridad y de bienestar (plantas, muñecos, fotos, imágenes, cuadros, decorados, etc.).
  • Somos seres gregarios que necesitamos pertenecer a grupos, ser aceptados y reconocidos. En clase y en todo ámbito social se deben trabajar los vínculos, el respeto y la armonía del grupo. Aprendemos socialmente: todo el que enseña con el ejemplo activa un tipo especial de neuronas -llamadas “neuronas en espejo”- que tienden a copiar las acciones de los otros.
    padresayudandoapadres
  • El cerebro necesita una dieta equilibrada y variada por ser el órgano más complejo y de mayor consumo energético del cuerpo. Frutas, lácteos, cereales, proteínas y aceites omega 3, 6, y 9 deben estar presentes en la dieta diaria. La alimentación debe contar con los nutrientes básicos para aprender.
  • El descanso es fundamental para recuperarse de las actividades y desgaste del día. La falta de sueño afecta la atención, las destrezas motoras, el estado de ánimo y todas las funciones cognitivas. El descanso contribuye a fijar lo aprendido.
  • Los ejercicios de relajación y de respiración favorecen la oxigenación del cerebro. Son favorables para recuperar el equilibrio (homeostasis) luego del recreo y situaciones conflictivas de excitación. Ayudan a modelar respuestas emocionales y a desarrollar el autocontrol.
  • La actividad física contribuye a mejorar la capacidad y el rendimiento cognitivo, al producir oxigenación en todo el organismo, disminuir el estrés y llevar al cerebro a descansar del esfuerzo que exige mantener la atención selectiva y sostenida de una clase o capacitación. Estimula la generación de neurotrofinas, principales responsables de mantener las neuronas en un modo activo y efectivo.
  • La atención y el aprendizaje están relacionados. Es conveniente incorporar sorpresas y novedades en el aprendizaje a través de variaciones en los estímulos sensoriales: cambios en la voz, en el volumen, en el ritmo; modificaciones visuales en los colores, en las formas, en el movimiento, tamaño, variantes táctiles, etc. Esto despierta el interés y la curiosidad.
  • El proceso de aprendizaje se ve enriquecido cuando se encuentra significado y sentido a lo que se estudia. El cerebro presta atención a lo que considera relevante para la vida y llega más fácilmente a convertirse en memoria de largo plazo. Los estímulos atractivos, unidos a propuestas de actividades que comprometan el hacer y el ponerse en acción, benefician el aumento de la motivación, el compromiso e incrementan la capacidad de memorizar lo aprendido.
  • Las emociones son parte esencial del proceso de aprendizaje.
    El estado emocional de quien aprende determina su capacidad para recibir o no información, para comprenderla y para almacenarla. Las emociones facilitan o limitan el aprendizaje; una positiva relación entre docentes y educandos, compañeros y con todo el ámbito educativo, genera un clima excelente para el aprendizaje, tanto a nivel intelectual como emocional.
  • Cuando percibimos peligro, se enciende el sistema de alerta y se producen cambios en el cerebro y el cuerpo para enfrentarlo. Se liberan hormonas del estrés en todo el organismo para contar con altos niveles de energía.
    El estrés limita las funciones del hipocampo, un área cerebral muy relacionada con la memoria y con el aprendizaje.
  • Para que los conocimientos lleguen a la memoria de largo plazo es necesario repetirlos y enlazarlos. El aprendizaje necesita que la información se repita y asocie en diferentes momentos, de diversas maneras y relacionándolo con situaciones conocidas y de la vida cotidiana. La mejor manera de fortalecer la memoria de largo plazo es incorporar la información gradualmente, repetirla, aplicarla y, además, expresarla con las propias palabras. Práctica y repetición provocan aprendizajes que perduran.
  • Es importante adaptar los desafíos a las posibilidades de quien lo va a realizar e ir aumentando progresivamente el nivel. Este incremento no debe sobrepasar las posibilidades del momento en que se presenta. Cada logro permite desarrollar eficacia percibida (sentir que se puede). La eficacia percibida aumenta la autoestima y la confianza en uno mismo. Cada logro permite lograr un mayor nivel de motivación para enfrentar nuevos desafíos. El cerebro funciona de un modo óptimo con cierto nivel de tensión o estado de alerta relajado (desafío y motivación). Si este es muy alto, cae en desatención y desorganización; si es muy bajo, pierde su estado de alerta.
  • Cada persona es única: posee una exclusiva combinación genética, tiempos propios de maduración, experiencias de vida, memoria, talentos y fortalezas que son irrepetibles. Por ello, merece una educación que respete y comprenda las individualidades que le permitan llegar a su máxima expresión.
  • Conocer nuestro cerebro y nuestro cuerpo desde pequeños nos permite reflexionar y aprender a ser responsables de nuestro bienestar y el de las otras personas con quienes nos relacionamos. Conocernos y comprendernos a nosotros mismos. Comprender y respetar a las demás personas. Crecer como seres humanos trascendentes. Nuestra responsabilidad se extiende al resto de la especies y al mundo en el que vivimos. El aprendizaje intelectual debe ir acompañado de aquel que nos permita ser cada vez mejores personas y miembros activos de sociedades más felices y con una sana convivencia.