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A comienzos
del siglo XX, la máxima aspiración de los padres era que sus hijos crecieran
sanos: a mediados del mismo siglo, la historia se desvió hacia la formación; se
querían vástagos listos y con estudios. En nuestra época, la cuestión se centra
principalmente en que los chavales sean felices. Un 85% de los padres españoles
se confiesa «preocupado por el futuro de la felicidad de sus hijos».
Quien ha disfrutado o padecido, todo según se mire, la paternidad descubre enseguida que por muchos manuales o consejos que se lean o escuchen, la práctica no se adapta muchas veces a la teoría. El concepto de felicidad ha evolucionado como lo ha hecho la sociedad. Y los padres viven un constante proceso de 'actualización' que muchas veces no da tiempo a digerir. Hemos hablado con miembros del Comité de Expertos de Imaginarium para tratar de saber cómo ayudar a los pequeños a alcanzar la felicidad y a enseñarles a que sean conscientes de ella. Una conclusión: "Durante la infancia se forjan los valores para ser felices de adultos".
Quien ha disfrutado o padecido, todo según se mire, la paternidad descubre enseguida que por muchos manuales o consejos que se lean o escuchen, la práctica no se adapta muchas veces a la teoría. El concepto de felicidad ha evolucionado como lo ha hecho la sociedad. Y los padres viven un constante proceso de 'actualización' que muchas veces no da tiempo a digerir. Hemos hablado con miembros del Comité de Expertos de Imaginarium para tratar de saber cómo ayudar a los pequeños a alcanzar la felicidad y a enseñarles a que sean conscientes de ella. Una conclusión: "Durante la infancia se forjan los valores para ser felices de adultos".
TIEMPO DE
CALIDAD
Ésta es la
esencia y se traduce ni más ni menos que en disfrutar con los niños cuando
estamos con ellos. "No
vale de nada compartir espacio, si los mayores están con el portátil y los niños con la consola", explica Ana Saro,
psicóloga clínica. Se da la paradoja de que pese a que casi la totalidad de los
padres encuestados entiende que realizar actividades que estimulan el
desarrollo social, intelectual o emocional de los pequeños es clave para su
felicidad, el 33% admite no hacerlo. El principal motivo: la falta de tiempo.
Más del 80% tiene claro que si tuviera un horario laboral más flexible podría
dedicar más tiempo de calidad a sus hijos.
Si las
circunstancias no facilitan el terreno demasiado, habrá que buscar momentos en
el día que compensen esa falta de minutos. "Si llegamos a casa a la hora
de cenar, intentemos hacer partícipes a los niños de lo que hacemos",
asegura Saro, "si sabemos que les gusta que les leamos un cuento antes de
dormir, tratemos de mantener ese hábito". Para el 53% de los
encuestados, "sentirse valorados y queridos" es un factor esencial
para el bienestar de sus pequeños.
GESTIONAR EMOCIONES
GESTIONAR EMOCIONES
"Sabemos
que estamos felices porque lo podemos oponer a otro estado que es el enfado o
la frustración", explica Ana Saro. "Al niño conviene hacerle ver
cuándo está bien, preguntarle para que identifique esas emociones... Y hay que
hacerlo desde que empiezan a jugar, a descubrir el mundo...". El juego
y una sociabilización correcta son aliados perfectos para ello. Un 17% de los
padres dice estar seguro de que "sus hijos son felices y, además, valoran
y agradecen lo que tienen". Sin embargo, casi un 50% admite "creer
que son felices, pero es posible que no sepan expresarlo". Cuando se
viva una buena experiencia hay que explicársela y hacerle ver que es un momento
positivo, de gozo...
DISFRUTAR
DEL ESFUERZO
"No deje ganar a su hijo cuando juega al parchís o le echa una carrera, no le hace ningún favor", asegura Inma Marín, experta en juego y educación, quien defiende la importancia de aprender a gestionar la frustración de los pequeños. Y tampoco le hará más feliz. "Las cosas no siempre van a salir como espera y eso, si no se sabe llevar, acaba siendo un problema". La felicidad también hay que ligarla al esfuerzo. "Y esto se trabaja mucho en el juego. También hay una parte de la felicidad donde se trabaja el no". Quizá haya observado que un bebé deja de apreciar un juguete cuando lo controla. "Es porque busca el reto y ahí ya no lo encuentra".
VOLVER AL PASADO
Muchos
padres diseñan el presente y el futuro de sus hijos intentando ofrecerles la
vida que a ellos les hubiera gustado tener. "Es un error", concluye
Saro. "El mundo ha cambiado mucho y conviene preguntar a los niños".
Esto se puede aplicar a la hora, por ejemplo, de elegir extraescolares. No le
apunte a violín porque usted siempre se quedó con la espinita de no haberlo
tocado; quizá su hijo prefiera la flauta travesera o simplemente no le llame la
música.
ENTRENAR LA FELICIDAD
"Un
niño tiene derecho a estar triste y hay que gestionarlo y trabajar sobre ello", comenta Inma Marín, experta en
juego. Casi uno de cada 10 niños españoles no es feliz. "El 9,6% de los
padres cree que sus vástagos no lo son, a pesar de las comodidades y
facilidades a su alcance". Según se va creciendo, los retos son mayores y
la infelicidad aumenta también progresivamente. "El 22% de los niños entre
9 y 12 años (preadolescencia) no son felices", según sus padres. El
porcentaje cae al 16,5% entre los 5 y 8 años; al 10,65% entre 3 y 4 años y al
7,9% en los primeros dos años. "Según van creciendo, los desafíos son
mayores y el acto de socializar con iguales es parte clave de la vida",
añade Saro, psicóloga clínica.
LIDIAR CON LA INMEDIATEZ
Uno de los
grandes retos con los que nos ha tocado lidiar es la inmediatez. Ya no nos
conformamos con disfrutar del capítulo semanal de la serie de TV que nos gusta;
ahora tenemos que ver toda la temporada cuanto antes. «El umbral de la
paciencia ha cambiado radicalmente», añade Marín. "Enseñar a gestionar
los tiempos y ese deseo constante de quererlo tener todo al instante es
importante".
LA IMPORTANCIA DEL JUEGO
«Hacer que los hijos sean felices es gratis: es jugar y pasar tiempo»,
concluye Leo Farache, del proyecto Gestionando hijos. «El juego es una visión
de la vida adulta». Hay tres pilares, según los encuestados, para garantizar la
felicidad futura de sus hijos: un ambiente familiar y escolar sano donde el
niño se sienta valorado (53%), compartir tiempo juntos (37%) y explorar el
mundo a través del juego real (6,20%). ¿Cuándo fue la última vez que se puso a
hacer castillos con su hijo en el parque? ¿La última ocasión en la que
terminaron un puzzle juntos? «A los adultos muchas veces nos cuesta salir de nuestra
zona de confort», reflexiona Marín. Y de vez en cuando conviene hacerlo. Jugar
con los padres es la segunda causa de felicidad (37,5%); por delante, sólo hay
un plan mejor: hacerlo con los amigos (39,24%).
AUTOR: AMAYA GARCÍA
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